jueves, 19 de agosto de 2010

Fragmento del capítulo 2

Gracias a Cazadores de Sombras España-México por este fragmento




El pomo de la puerta de la habitación giró; la puerta chirrió al abrirse. En la oscuridad todo lo que Tessa pudo ver fue la sombra de alguien que entraba a la habitación. Ella embistió contra la pesada jarra con toda su fuerza…

La figura oscura se movió, veloz como un látigo – pero no lo suficientemente rápido; la jarra se estrelló contra su brazo extendido antes de volar desde el alcance de Tessa hasta golpear en la alejada pared. Vajilla rota llovió sobre el suelo mientras el intruso gritaba de dolor. Para sorpresa de Tessa el grito fue indudablemente masculino. También lo fue la inundación de maldiciones que lo siguieron.

Ella se echó atrás, se apresuró hacia la puerta – pero se había cerrado detrás del intruso, y por mucho que tiraba del pomo ésta no cedía. Ella se dio la vuelta justo cuando una luz brillante iluminó la habitación como si el sol hubiese salido.

Tessa parpadeó para eliminar las lágrimas de sus ojos – y se quedó mirando fijamente.
Había un chico de pie delante de ella. Él no podía ser más que unos pocos años mayor que ella – 17 o posiblemente 18. Él vestía lo que parecía ropa de obrero: chaqueta y pantalones negros desgastados y botas de aspecto resistente. No llevaba chaleco, pero un gruesdo cinturón de piel con armas colgando de él rodeaba su cintura – dagas y navajas y cosas que parecían hojas de hielo.

En su mano derecha él tenía lo que parecía un tipo de piedra – brillaba, emanando la luz que casi había cegado a Tessa. Su otra mano – estrecha y de dedos largos – estaba sangrando allí donde ella la había cortado con su jarra.

Pero eso no fue lo que había hecho que se quedase mirándolo. Él tenía la cara más hermosa que ella había visto jamás. Cabello negro alborotado y ojos como el cristal azul. Una cicatriz que atravesaba su mejilla derecha no estropeaba su aspecto, sino que lo mejoraba. Él se veía como los héroes de ficción que ella siempre había imaginado. Solo que ella nunca había imaginado a ninguno de ellos maldiciéndola mientras agitaba su mano ensangrentada en una postura acusadora.

Él pareció darse cuenta de que ella estaba mirándolo fijamente porque la maldición cesó.

“Me cortaste” dijo. Su voz era agradable. Inglesa. Muy corriente. Miró su mano con interés crítico. “Ahora, ¿es ésa la manera de tratar a alguien a alguien que está simplemente tratando de rescatarte?”

“¿Rescatarme?” Tessa repitió. Ella parpadeó. “¿Quién eres tú?”

“Will”, dijo él, y tendió su mano ensangrentada. “Will Herondale”.

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